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¿Qué hacer con los problemas que no tienen solución?
Los problemas son situaciones o asuntos que requieren ser resueltos. Por eso, las personas intentan solucionarlos con todo empeño. No obstante, hay ocasiones en las que no hay una solución posible.
Entonces, el problema persiste y el malestar y la frustración se acrecientan cada día. ¿Qué puedes hacer cuando ya lo has intentado todo y el problema no se resuelve? ¿Cómo puedes seguir adelante cuando ya no hay solución?
La aceptación es la clave
La vida con frecuencia nos sorprende con situaciones inesperadas que no requieren que les busquemos una solución, ya que solo demandan la aceptación de que la vida es así. Y tenemos que saber vivir con estas situaciones.
El proceso de aceptación no significa estar de acuerdo con lo que ocurre, sino ser conscientes de que no tenemos el control sobre todo lo que pasa. Una vez que hemos interiorizado este proceso, sentimos menos implicación y más libertad sobre aquellos eventos que no dependen de nosotros.
Como dice Rafael Ferro (2000), la aceptación consiste en «no evitar, ni controlar o cambiar los elementos que forman parte de una condición de evitación experiencial. Ante semejante condición, lo que se propone es no hacer nada, no enfrentarse a las emociones y/o pensamientos». Con esto, el autor hace especial hincapié en que, en lugar de intentar luchar contra una emoción, lo mejor es no enfrentarse a ellas.
Ferro asegura que este proceso consiste en «admitir o tolerar estos eventos privados y la propia situación, sin intentar modificarlos, controlarlos o evitarlos». Con estas palabras, Rafael no pretende que nos volvamos seres pasivos, sino observadores. Ante algo que escapa a nuestro control, en lugar de enfrentarnos a la emoción que nos desencadena, lo mejor es contemplarla.
Aceptar un problema sin solución
Si estás ante un problema que no tiene solución, solo te queda un camino: la aceptación. Pero ¿cómo puedes lograr acoger esa dificultad? En su libro Una vida valiosa (2018) , Manuela O´Connell presenta los pasos para fomentar la aceptación. Enseguida te los describimos adaptados al tema de este artículo.
1. Soltar la lucha y la resistencia
Los problemas que no tienen solución son un obstáculo en el camino para cualquiera. Es probable que te sientas como en medio de una batalla que siempre terminas perdiendo. Esa lucha constante que mantienes con el problema lo reafirma cada vez más y te hace perder de vista el valor de tu propia vida.
Por eso, el primer paso que debes dar para aceptar esa dificultad es dejar de lado el combate y soltar la resistencia. Abandona tu deseo de tener el control sobre el problema. Los problemas sin solución no se pueden resolver, entonces, ¿para qué resistirse a ellos?
«Si algo tiene solución, ¿por qué tanta preocupación? Si no la tiene, ¿por qué tanto desconsuelo?».
―Shantideva―
2. Conexión
La estrategia más común ante los problemas sin solución es evitar el contacto con ellos y ejercer mayor control sobre la vida para no experimentar sus efectos emocionales. No obstante, si quieres aceptarlo, lo segundo que tienes que hacer es acercarte a ellos, conectar con lo que estás viviendo.
Conecta con esas sensaciones desagradables que te genera, con esa incomodidad y frustración. La conexión, como indica Manuela O´Connell, requiere de consciencia y compromiso con la experiencia. Ser consciente te permitirá salir del piloto automático de luchar y evitar la situación.
Dedica unos momentos al silencio y la calma para percibir tu cuerpo, junto con las emociones y pensamientos incómodos que surgen. Esto puede ser beneficioso para establecer una conexión. Al enfrentar el estrés y la tensión, es esencial que observes cómo se experimenta el problema desde una postura de no oposición. ¿Sientes algún tipo de resistencia en alguna área del cuerpo? ¿Qué cambios ocurren al sintonizar con la emoción?
3. Apertura
Abrirse a los problemas que no tienen solución implica no apegarse a la idea de resolverlo. Esta actitud te permitirá soltar y conectar sin retener nada. Permítete sentir lo que estás viviendo junto con el problema que tienes.
El objetivo de estar abierto es dejar que el problema vaya y venga. Es como si tuvieras la mano abierta sin agarrar ni empujar lo que en ella se pose. Al hacer esto, le quitarás fuerza al problema, ya que él se alimenta de la resistencia que le opones.
4. Atención plena
Mediante la práctica de la atención plena te puedes enfocar en el presente con una actitud abierta y curiosa. Para quienes enfrentan problemas sin solución, el mindfulness puede ser una herramienta valiosa para fomentar la aceptación, pues este enfoque promueve el compromiso con el momento actual.
Estrategias adicionales
A continuación, te presentaremos otras estrategias que puedes aplicar en paralelo con la aceptación para que tu forma de relacionarte con el problema cambie.
1. Visualiza
Imagina el problema que te preocupa delante de ti y no encima. Así ya no sentirás tanta presión por el mismo, sino tan solo la responsabilidad de aceptarlo. La práctica tibetana del tonglen («dar y tomar») puede ser muy útil también. De acuerdo con la monja budista Pema Chödrön, ésta se realiza así:
- Permanece durante unos minutos en quietud y apertura, observando la respiración.
- Visualiza el problema y sus malestares
- Inspira el problema, lo indeseado, y espira una sensación de alivio.
- Visualiza a una persona que tiene el mismo problema y envíale sensaciones de alivio en cada espiración.
2. Escribe
Anota lo que te sucede, lo que sientes y piensas. Esto te ayudará a encontrar señales de un nuevo camino. Tras escribir, puedes volver a leer lo que redactaste. Esta estrategia también sirve como un medio para hacer catarsis.
3. Busca información y consejo
Para potenciar tu capacidad de lidiar con los problemas que no tienen solución es muy práctico que te informes, que leas y que escuches consejos y experiencias de otras personas que pasaron por una situación parecida. De esta manera, tendrás otra perspectiva y ruta de actuación ante lo que estás viviendo.
4. Viaja
En ocasiones, la distancia física ayuda a poner distancia emocional con los problemas que no tienen solución. Marchar lejos de tu rutina y problemas sirve cuando tienes la actitud de poner distancia psicológica de lo que estás experimentando.
5. Cambia tu perspectiva
Analiza el problema desde diferentes puntos de vista. Te ayudará a crear nuevas formas de verlo y te facilitará la transición hacia otras alternativas para entenderlo. Como es un problema que no tiene solución, la única opción que tienes, además de aceptarlo, es cambiar tu manera de verlo.
6. Centra tus esfuerzos en lo que puedes controlar
Por lo general, en los problemas que no tienen solución existen otros factores internos que, aunque no son útiles para solucionarlo, sirven para aumentar su intensidad. Si persistes buscando una solución y tienes la esperanza de que todo se arreglará, probablemente, estás nutriendo su fuerza al darle tanta atención.
Identifica qué estás haciendo para acrecentar su fuerza y centra tu energía es no darle mayor valor. Concentra tu esfuerzo en aquello que depende de ti y que puedes controlar para no reafirmar la existencia del problema.
7. Busca lo positivo
Aunque la situación pueda parecer desalentadora, busca los aspectos positivos inherentes al problema. Aprovecha esta circunstancia para tu crecimiento personal e identifica las lecciones que te ofrece para tu beneficio.
8. Cuida tu salud mental
Los problemas que no tienen solución son estresantes y agotadores; además, pueden afectar de manera negativa tu bienestar. Por eso, dedícate tiempo para cuidar de ti: haz ejercicio, aliméntate bien, duerme lo suficiente, asiste a terapia, etc.
9. Conecta con tus valores
Sabemos que tener problemas que no tienen solución no es nada sencillo de gestionar. No obstante, te animamos a que no permitas que él te impida vivir tu vida. Para ello, conecta con tus valores, pues ellos son tu brújula en el camino y te dicen lo que vale la pena para ti. Identifícalos y vive de acuerdo con ellos.
Si para ti es esencial el servicio, busca actividades donde puedas servirle a otras personas. Si para ti el amor es crucial, intenta demostrarse a los demás, al mundo y a los animales. La idea es que vivas alrededor de tus valores y no en torno al problema.
10. Sigue adelante
Una vez hayas conectado con tus valores, la Dra. en psicología Susan David recomienda en su libro Agilidad emocional (2020) hacer cambios en la forma de vivir para que esta sea coherente con lo que es importante para tu vida. Esta autora sugiere hacer pequeños ajustes en la rutina diaria, de tal manera que en el día a día puedas vivir en sintonía con los valores que te mueven y orientan.
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